(¿Hipertexto?)

 “(el amo)...buscaba su reloj en el bolsillo del chaleco, donde nada había, y eso acababa por desesperarle, ya que no sabía vivir sin reloj, sin su tabaquera y sin Jacques: eran las tres magnas actividades de su vida, la cual se consumía en tomar tabaco, mirar la hora y preguntarle cosas a Jacques, en todo tipo de combinaciones.” (Diderot, 2004, p. 41).

El Amo sufría de ansiedad. Ansiedad con “a” mayúscula producto de un estrés crónico que se hizo evidente luego de verse despojado de “sus” objetos materiales y de la compañía de Jacques, el cual, como esclavo objeto suyo también podía decirse. No hallaba en que ocuparse, era absolutamente dependiente de elementos ajenos a su persona y eso le desesperaba, “Des- esperar”, el amo esperaba a Jaques quien había ido a recuperar el reloj recién robado, y como este no aparecía, tal espera le dio paso a la Desesperanza; la causa fundamental del estrés y la Ansiedad que padecía.

Su estrés era crónico porqué era infranqueable, se intuye de la escena: aun teniendo en su poder la tabaquera el amo no “tomó” tabaco para sobrellevar mejor su difícil situación (en su país el tabaco tuvo bastante auge como medicina; utilizado para calmar síntomas de algunas enfermedades, de hecho, era tal el uso que durante el periodo que comprende las Guerra Napoleónicas la presentación del mismo se hizo portable, en forma de cigarrillos enrollados).

Pero el amo no cargaba cigarrillos porque no fumaba, el llevaba tabaco como râpé. De los pueblos Indígenas del Nuevo Mundo fue de quienes aprendieron los europeos esta manera de consumo; los nativos a la llegada de los Colonos compartieron de su tabaco, suele decirse que, como una estrategia de defensa pues los indígenas observaron que los extranjeros no respetaban la planta (no entendían su connotación sagrada), y por eso no percibían las características espirituales en su consumo. Es así como conscientemente dieron a las manos de los Colonos, con el tabaco, un poder inmenso que tenían la certeza que pronto no sabrían controlar.  

Volviendo del lapsus histórico, pareciera pues que el amo, cargaba, pero no “tomaba” su tabaco porque sabía que hacerlo causaría en él este un efecto rebote: a la sensación de calma y sosiego le volvería la Ansiedad por la pérdida de su reloj. Porque cabe aclarar que más que a Jacques el amo quería ver la hora; verla quizás para sentirse parte del ritmo del mundo, pues sabemos que estos dos sujetos (Jacques y el amo) no hacen sino divagar en palabras mientras transcurren sus vidas un tanto al margen de los hechos “reales” de Francia y en general de la Europa del siglo XVIII.

Su espera en soledad es la expectativa de la parusía de un tiempo en guerra con la Ansiedad como el pan de cada día. Una escena que se repite en Esperando a Godot, en la cual sabemos que Didi y Gogo conversan y fantasean mientras esperan; esto en plena Guerra fría. La guerra… ¡qué escenario más propicio para incubar la Ansiedad que la de todos estos! (El amo, Didi y Gogo) de pie frente a la fatalidad del conflicto humano. Así, mientras vemos que el magno inconveniente de Didi es que no le entran las botas (que desde el imperio Romano fue el zapato para el trabajo) el Amo sufre de Ansiedad porque no le llega su reloj y porque inconscientemente dejó de confiar en los efectos benéficos del tabaco.

Referencia bibliográfica:

Diderot, D. (2004). Jacques el fatalista. Buenos Aires: Alfaguara.

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