Para la congestión respiratoria, mi mamá o mi abuela frotaban sobre mi pecho ungüento tibio (preparado con aceite de cocina y flores de Manzanilla) y sobre este ponían una hoja de periódico la cual había sido chuzada con un alfiler, para finalizar vistiéndome con una camisilla colorada confeccionada de una tela delgada y algo burda llamada Bayetilla. En el remedio actuaban, 1: el ungüento tibio para calentar la zona de los pulmones 2: el periódico con huequitos diminutos que permitían el flujo del vapor y “hacerme sudar” el malestar y 3: El tipo de tela y el color rojo de la prenda como concentradores de temperatura, una sensación constante de calor en el pecho que termina “sacando” el indeseado resfriado.