Edmond Jabés,un ejemplo del «Sujeto moderno»

En 1956 Edmond Jabés se radica de manera indefinida en París, había sido “expulsado” de su país, Egipto,  llevando sobre su espalda el peso del judío, del extranjero, del africano, del antifascista que era… el peso de  la heterogeneidad. Su partida era fruto de tal, así como su obra.

8en busca del todo

Literato/ poeta “Surrealista”, valió su denominación ya en Francia por andar con algunos sujetos que en efecto producían conscientemente tipos de obras asociadas a este movimiento vanguardista. Pareció asociarse formalmente a ellos, tal vez por una tal manera irracional (inconexa) que se valida en sus textos,  estos parecían estructurarse en conformidad a la estructura  de los poemas en “Escritura Automática” propiamente Surrealistas.  Llenos, atiborrados de palabras sueltas y aparentemente incoherentes, palabras que adquieren con la adecuada interpretación “un sentido” que actúa de frente con el  sujeto que se atrevió a ponerlas sobre el papel. Escribir (el acto consiente/ inconsciente) y la palabra se consideraba pues el reflejo más sincero del hombre entendido como ente auto restringido.

Valiendo esta como la descripción de    “lo surreal”  desde occidente, caracterización que tiene a la Europa de post guerra como marco y el  estudio psicoanalítico como sombra, y pareciera que ambas posturas la Europea y la Jabesiana tuvieran la efectiva equiparación, sin embargo me aviento a plantear la distinción patente entre estas, anoto la rotunda negativa ante cualquier intención equiparadora de  los fundamentos de las dos propuestas literarias. ¿Podría entonces llamarse coincidencia su evidente vínculo estilístico?, ¿La coincidencia de un dictamen a tientas y predicho  por la apenas palpable superficie?… Sí y no. Es cierto que Jabés deviene de otro contexto y sus razones sí que puede decirse distan de las del grupo Francés, sin embargo mientras escribo este texto hago conciencia que no encuentro otras  palabras para describir la obra de Jabés que esas mismas de las que me valí en el párrafo anterior para describir el principio “Surrealista”: Palabras sueltas, Incoherencia, Interpretación y trascendencia del sujeto.

Dice Déa Paulino en el texto recopilatorio editado por  la Fundación José Saramago (2013):

“19 Caos: ‘el caos es un orden por descifrar.’

Emerger en el caos para encontrar no el orden, sino una nueva manera de mirarse a uno mismo y al otro, no solo al próximo sino también al más distante. Ignorar espejos para encontrar nuevos horizontes en un mundo limitado. Comprender la grandiosidad de todo y reparar y, de poder, ver. Para encontrarnos en las palabras, subvirtiendo la puntuación, contener el ego. Encontrar la belleza en la respiración del otro, en la pulsión del autor.”, Itapetininga, São Paulo, Brasil (P.16)

Pero como el todo no es igual a la suma de sus partes, tal aspecto sincrónico en cuanto a la apariencia del resultado (el texto escrito) siendo dos tipos de manos, dos tipos de intenciones diferentes (hablando aún del paralelo “surrealismo Francés ßà literatura Jabesiana”) , el  cual no deja de ser curioso, apunta a cierta sensación “comunes” o  de tipo “universal”, se trata, tal vez, que dicha equiparación no se deba más que a una manera de operar típica del sujeto moderno. Cabe rescatar que tal sujeto no era lo que se decía  “puro”, como un referente cultural definido recordando que se ve inscrito en una época de movilizaciones y mezcla cultural: el auge de la era industrial, su efecto en las posibilidades comerciales  y el posterior colonialismo. Hablo pues de un hombre que de repente despierta y evidencia su entrega indiscriminada al manejo milimetrizado (medido), un sujeto que hace uso absurdo de su capacidad racional. Un hombre que ha despertado por verse atado (un sujeto cualquiera), por sentir el dolor de tales ataduras que simbolizan el sistema en el cual habita, está categorizado como cualquier objeto, donde “siendo uno ya no puede ser otro”, él está definido, categorizado. El hombre despierta y ya en su vigilia explora una pronta maniobra que pudiera brindarle de nuevo “libertad”.

¿Acaso la libertad tiene eco en la posibilidad de vivir la  heterogeneidad?

Verlo así sin duda es la manera más positiva de la situación  citada, como si un sujeto que advirtiendo la diferencia es capaz de construir con elementos de uno y otro lado su propia estructura. Es cierto que de una perspectiva a otra sólo hay una decisión, sin embargo opto por convencerme que la primera sensación humana al respecto no dista del hecho mismo de la diferencia, no distó de la confusión… creo férreamente que esa primera sensación fue la que propició  la pregunta por la identidad.

Jabés se pregunta por la identidad siendo fiel a su “condición de moderno”, y no era para menos: como hijo de un matrimonio Judío, por razones proteccionistas prestamente sus padres optan por dotarlo con la ciudadanía italiana y además crece en Egipto (país musulmán,  y colonia Inglesa) en una comunidad francófona- católica… Todo él representa una mezcla, fenómeno, que como dije, subvierte en su obra. Jabés (2006) escribe. “Es un país y una hierba, es un rosario y un continente, es una oración y un himno, es una media tierra y una media luna.” (p. 65).  La postura crítica frente a la discriminación cultural o racial deja entrever cuán importante era la narración (el hacer ver) al sujeto moderno, el sujeto que él es, una cita a la aceptación de la heterogeneidad, un tinte autorreferencial constante en su quehacer.

Teniendo en cuenta lo anterior, Propongo la comprensión de su fenómeno escritural con el paralelo de su vida.

  • Hacia 1930 partidarios de Mussolini en Egipto intentan deportarlo, según el régimen de capitulaciones en virtud del cual cualquier ciudadano extranjero estaba sometido a la jurisdicción de su país, por sus “actividades antifascistas”.
  • Posteriormente es detenido por ingleses (también en su país natal) por “enemigo” por tener ciudadanía italiana, los cuales, al darse por enterados de “su militancia” lo protegen.
  • No mucho después (hacia los 40s), de nuevo, por su tradición Judía, es evacuado a Palestina, ante el avance de las tropas de Rommel, el llamado “zorro del desierto”, desatacado por su comandancia en las campañas (alemanas) en África durante la Segunda Guerra Mundial.

Dice Paul Auster en su libro Pista de despegue (1998):

(Jabés)…Experimentó por primera vez el estigma de ser Judío. Hasta entonces su identidad racial había sido una peculiaridad cultural, un elemento intrascendente en su vida; pero ahora sufría por el mismo hecho de ser Judío, se había transformado en otro. Y esa súbita sensación de exilio se tradujo en auto descripción básica y metafísica.

Como se puede apreciar, Jabés se encontró de sopetón, más que con las posibilidades de sus componentes divergentes, con los perjuicios sociales que tales desencadenaban. Frente a los que ubicado en lo que nombra como “el desierto” emprende la reflexión sobre lo que supone “ser” , un pregunta por la existencia, por lo evidente y lo misterioso, una búsqueda que en el fondo no era más que una excusa para preguntarse sobre sí.  Desde ese momento Edmond Jabés se había convertido en una paradoja: era un nómada de sí mismo (Freire, 2010). Y su búsqueda tentativa, desde la Nada, desde su exilio, desde su desconcierto, desde el “Desierto” lo lleva a lo que sería la respuesta que marcará gran parte de la construcción (no sólo física, también conceptual) de su obra: La palabra. El afirma (2000) en una entrevista con Marcel Cohnen:

…Sólo en el desierto, en el polvo de nuestras palabras, donde la palabra divina podía ser revelada. Desnudez, transparencia de una palabra que cada vez nos es necesario encontrar de nuevo para esperar poder hablar. El caminar errante crea el desierto… La palabra tiene permiso de residencia únicamente en el silencio de las demás palabras… palabra donde ya nada habla y que, por estar totalmente liberada, se hace profundamente nuestra; al igual que somos verdaderamente nosotros mismos en lo más árido de nuestra soledad. (Bueno, 2011)

3errancia

Existe de hecho, entre el  pueblo Judío, un texto encargado de las reflexiones del mismo texto sagrado (Torá): el libro del Zohar, una iniciación al principio Cabalístico. Una práctica misteriosa “inconforme”, pues se caracteriza por el escudriñamiento profundo, Todo, aspirando al desciframiento “verdadero” de los elementos del mundo hechos palabras.  Así, refiere a un  método de interpretación en donde el lector se aventura a traspasar las fronteras del entendimiento franqueándose entre 4 niveles posibles de interpretación. Siendo el PSHAT el nivel donde está el sentido literal del texto, el primero en habitar el lector, lugar donde no se percibe más que simples símbolos (letras) que se acompañan unas con otras. El REMEZ, como segundo nivel, contiene, y se suma ya al entendimiento proporcionado por el pobre  PSHAT, se rescata un “sentido alegórico”  que trasciende al puramente lingüístico.

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Por ejemplo: “Abraham abandona su tierra natal en dirección a la tierra de Canaán”, más que el hecho narrativo de salir de una tierra a otra aquí se ven implicadas muchas más cosas: se relata pues el acto de Abraham sobre todo como la implicancia clave para demostrar cierta “evolución espiritual” del patriarca en dirección a la voluntad divina.

Ya en el DRASH el relato es capaz de indicar un procedimiento ético, este nivel es el de la Enseñanza. Siguiendo con el ejemplo del párrafo anterior: Abraham enuncia un principio básico de su religión, “la voluntad divina va por encima de todo”. El paso siguiente, el último nivel, el nivel más interno en la interpretación es el SOD, allí se halla “el secreto”, el alma del texto. PSHAT, REMEZ, PSHAT y SOD, son elementos (niveles) separados, sin embargo se necesitan recíprocamente, en su conjunción está la suma que es el proceso de conocimiento humano. Donde la nada no es entendida como vacío (como se asocia popularmente), sino como la vaguesa del uso de las palabras y  lo sombrío de su comprensión literal.

El símbolo es una representación que hace aparecer un sentido secreto; es la epifanía de un misterio…Los símbolos hacen accesibles a nuestro espíritu niveles de experiencias que sin ellos nos resultarían inaccesibles para siempre, porque no tendríamos ni siquiera conciencia de ellos… El símbolo compromete siempre la experiencia humana dándole, al mismo tiempo, un significado que otorga sentido a la realidad inmediata. (Schwarz, 2007, p.13)

Lo grande de la lectura del signo es pues el trascender, dejando de lado señalamientos inconscientes que por momentos parecieron suficientes dentro de la legibilidad de tal o cual palabra. Creo incluso que desde Jabés, esto significó la posibilidad de demostrar que el señalamiento a priori (lo que le valió su exilio) y la reflexión entorno lo que significa “ser”, “que una existencia esté determinada por la palabras que algunos pusieron en boca de muchos” como un fenómeno falto de sentido, que tan sólo responde a la sistematización que parece apoderarse de todo, un mecanismo más de la industria.

En la búsqueda por el SOD, o por sencillamente un entendimiento profundo de la palabra, los cabalístas propusieron la Guematría, un método que permite pasar una palabra a combinaciones numéricas (cada letra del alfabeto hebreo tiene asignado un número), la suma de las letras dan una cifra Total de una palabra y tal relación no es fortuita, es sin duda una relación completa entre palabras y representaciones físicas de las palabras que por su parte designa. Por ejemplo, la palabra “Av” = padre, tiene asignada la cifra (3) como su total, “Em” = madre, (41) y la palabra “Ieled”= hijo, siendo la suma de ambos está representada por el (44).

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Así, el entendimiento de la palabra como un ente inscrito dentro de un todo donde se establecen relaciones íntimas entre significados permite comprender cuan valioso es el uso de la escritura para tal cultura, una pista sobre la razón de tal insistencia tautológica de los escritos Jabesianos viniendo de una increíble influencia Judía. Que este haya o no utilizado el cálculo Guemátrico es incierto, sin embargo su adherencia hacia las percepciones Judaicas en tanto el uso y valor de la palabra es notable.

Gran disparidad en tanto la concepción de la palabra para occidente, Dice nuevamente Antonio del Rio, en el texto recopilatorio editado por  la Fundación José Saramago (2013):

89 [2] Las palabras: … (Nos advierten) su fragilidad, inutilidad o pobreza, por un lado, y (nos invitan) a la reacción ante el silencio que las circunstancias nos imponen. Al igual que decía Alberti, ‘las palabras entonces no sirven, son palabras’… Saramago… nos habla de que a veces las palabras nos alejan de lo esencial de la realidad, ya que muchas de las que oímos ‘no pasaban de cortinas de humo, circunstancia por otro lado nada extraña por que las palabras, muchas veces, solo sirven para eso, pero hay algo todavía peor, que es cuando se callan del todo y se convierten en un muro de silencio compacto; ante ese muro no sabe una persona lo que ha de hacer’” Granada, España. (P.48)

Algo mucho más dado, más automático, una simple representación de un mundo “real”.

Si bien a su llegada a Francia, Jabés, ya extensamente estudioso de los textos judíos en el marco de su “errancia”, ¿metafórica y real?, Luego de su salida apresurada de Egipto, halla en la libertad expresiva  ya cosechada por el círculo Surrealista, la oportunidad de dar a conocer sus escritos al mundo, escritos que, como los de tales sujetos no pasaban de divagaciones entorno a lo mismo, ellos mismos.

Retomo: palabras sueltas, incoherentes, interpretación y sujeto. Elementos aglutinantes (entre lo que “traía” Jabés y aquello que encontró, la escritura Surrealista)  que partiendo de bases diversas, convergen en el mismo fin. De hecho Bretón proclamaba el indagar en lo más profundo del ser para así comprender al hombre en su totalidad, y podría apuntar que ambas manera de “expresar” o simplemente de buscar, con el tiempo llegaron a lo catártico, por un lado, los surrealista con su fuerte enlace con las teorías psicoanalíticas, las cuales ciertamente nacen como respuesta terapéutica; Y por el otro Jabés que inconscientemente (o consciente) va decantando sus incógnitas y comienza un desvelamiento no sólo de sí mismo, incluso de lo que para occidente representa su cultura.

7el libro de las preguntas 2Yukel, siempre has estado a disgusto contigo mismo, nunca has estado aquí sino en otra parte, antes de ti o después de ti, como el invierno detrás del otoño, como el verano detrás de la primavera, en el pasado o en el porvenir… lees el porvenir, das a leer el porvenir y ayer ya no eras y mañana ya no eres.

Y sin embargo has intentado incrustarte en el presente, ser ese momento único en el que la pluma dispone de la palabra que va a sobrevivir.

Lo has intentado…

Yukel, has atravesado el sueño y el tiempo, para los que te ven – pero ellos no te ven, yo te veo eres una forma que se desplaza en la bruma.

¿Quién eras tú, Yukel?

¿Quién eres tú, Yukel?

¿Quién serás tú?

“Tú” es, a veces, “Yo”.

Digo “Yo” y yo no soy “Yo”. “Yo” es tú y tú vas a morir. Estás vacío.

En adelante estaré solo. (Jabés, 2006, p.48)

(Yukel es un personaje imaginario, un rabino inventado por Jabés, el cual incluye en varios de sus textos como personaje de diálogos, es un maestro, como su condición de Rabino le dispone, un maestro de la Torá, un guía que hace puente entre el texto y la gente. Personalmente considero que Jabés adoptó a Yukel como el ente impermeabilizante de su relación con su tradición, esa ancla dentro de sí que le prevenía, de acuerdo a su incontable trasegar, de perder el foco que le proveía su infundada tradición.)

Nos habla de temporalidades, de la importancia de “ser” en el presente, siendo el presente el  trazo legítimo de realidad que ha de brindar connotaciones propias o más certeras de lo “que es” o de “quien es” (consideración no muy lejana a la que se buscaba desde la Escritura automática por el grupo surrealista, una necesidad de “serse sincero” para hallar su centro, hallarse, dentro del derrotero que implicaba su entorno). También se nota el dejo en el uso lingüístico, la visceralidad de sus palabras y su preocupación contante que raya en la contradicción (se despide de Yukel, aun optando por él para expresar su angustiosa soledad): viéndose incapaz tanto de denotarse como sujeto como de soltar a ese sujeto inventado (Yukel) que le provee su identidad.

 La razón de la existencia del alma

En el alma misma impera;

Ningún otro retrato puede mostrar su esencia

Ni expresar su sustancia verdadera.

Algunos dicen que cuando las almas intentan

Alcanzar la perfección, se confunden con la nada,

Cual si fueran el fruto maduro que cae

Del árbol, abatido por el viento y la helada… (Gibrán, 2000, P.52)

De esto, la relación entre occidente y oriente, entre Surrealistas y la figura solitaria de Edmond Jabés, sus búsquedas, sus preocupaciones y sus prontas respuestas: la verdad dada por el inconsciente (lo más profundo del ser), visto desde la postura vanguardista francesa, así como la afirmación desde el Egipcio de: el valor de “lo esencial” como significado supremo del ser. Describen la alineación de “heterogeneidad” que evidentemente produjo al “sujeto moderno”.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

  • JABÉS, Edmond, 2006. “El libro de las preguntas”, Madrid: Ediciones Siruela.
  • SENDER, Tova, 1995. “Iniciación a la Cábala”, Bogotá: Panamericana Editorial LTDA.
  • FUNDACIÓN JOSÉ SARAMAGO, 2013. “José Saramago, 90 años, 90 palabras”, Bogotá: Editorial Alafaguara, S.A.
  • GIBRÁN, Khalil, 2000. “La procesión y Alas rotas”, Buenos Aires: Editorial ERREPAR S. A.
  • SCHWARZ, Fernando, 2007. “Egipto invisible”, Buenos Aires: Editorial KIER.
  • Foks, D. A.(¿2001?). Edmond Jabés: entre el erotismo y panerotismo. Blog, recuperado de: http//serbal.pntic.es/APartRei/.
  • BUENO, Sonia (Cuadernoquemado), 10 de junio 2011. Edmond Jabés “del desierto al libro”, fragmentos. Recuperado de https://cuadernoquemado.wordpress.com/2011/06/10/edmond-jabes-del-desierto-al-libro%C2%B4-fragmentos/
  • FREIRE, Héctor, 2010. Edmond Jabés “el nómade de sí mismo”, Buenos Aires. Recuperado de http://www.elpsicoanalitico.com.ar/num14/arte-freire-jabes-nomade-de-si-mismo.php